La Batalla de Viena

Un día como hoy de 1683 occidente era salvado en una notable batalla, la ciudad de Viena se encontraba completamente sitiada por el Imperio Otomano, si caía se abría la puerta a Europa. El mundo habría cambiado completamente sin una gran carga de caballería que cambió el curso de la historia.

La batalla de Viena, también llamada de Kahlenberg, fue el enfrentamiento decisivo entre las numerosas tropas otomanas que querían tomar Viena y una coalición llamada la Liga Santa.

Para verlo en perspectiva Viena, por su posición, no sólo era una ciudad codiciada por sus riquezas sino por su ubicación. El control del Danubio, desde el Mar Negro hasta la Europa occidental, y el control de las rutas de comercio.

El Imperio Otomano se había ido expandiendo por Wallachia y Moldavia, atacado a todos sus rivales y transformando estos pequeños señoríos en vasallos. Para 1529 los otomanos habían llegado a Viena y la sitiaron por primera vez.

Durante dos semanas y media unos 120.000 otomanos y moldavos sitiaron la ciudad que en ese momento pertenecía al Sacro Imperio Romano Germánico. Tropas del Sacro Imperio, Bohemia, el Palatinado y España lograron defender la ciudad y los otomanos se retiraron.

Pero esto fue tan sólo la preparación, durante años los vizires del imperio fueron construyendo puentes, preparando la logística, armas, consolidando príncipes y vasallos, con un único fin: un ataque final a Viena.

El 21 de Enero de 1682 los otomanos comenzaron a movilizarse, esto fue lento al principio, pero la maquinaria de guerra estaba activa. Era el momento de aprovechar que el emperador Leopoldo I estaba en pleno conflicto con el rey francés, Luis XIV. El 6 de Agosto de 1682 declararon la guerra.

Pero aquí lo interesante, luego de aquel sitio de 1529 distintas alianzas se habían armado para tratar de contener cualquier ataque Otomano que pusiera en riesgo la Europa cristiana, y para 1682 el Papa Inocencio XI coordinó junto al Sacro Imperio, los Habsburgo, Venecia y Polonia un pacto para defenderse. La Liga Santa tenía, entre sus obligaciones, que uno ayudara al otro si era sitiado. En 1683 firmaron el pacto y mientras las tropas se empezaban a organizar cada estado europeo empezaba los preparativos de guerra.

Los otomanos llegaron a las puertas de Viena el 14 de Julio de 1683 y la mayoría de las tropas de los Habsburgo austríacos abandonó los alrededores de la ciudad para replegarse y reorganizarse, en la ciudad que daban 11.000 hombres al mando del conde Ernst Rüdiger von Starhemberg.

El problema es que los otomanos contaban con 150.000 hombres, una diferencia demasiado grande aun con el aporte de 5000 voluntarios apenas tenían 140 cañones funcionales. El gran Vizir Kara Mustafa Pasha envió una demanda tradicional para que la ciudad se entregara, si lo hacía sobreviviría "decentemente" al pillaje, toda ciudad que caía por la fuerza quedaba entregada al saqueo de los soldados atacantes como era costumbre, era su "paga" por haber luchado. Von Starhemberg se negó a entregar Viena.

Los vieneses se habían preparado antes de esconderse detrás de las murallas, habían demolido las casas aledañas a la misma para dejar expuesto cualquier avance otomano, éstos replicaron creando trincheras para poder acercarse sin ser alcanzados en el intento. Además poco a poco iban cavando por debajo de las murallas para detonar cargas de pólvora y abrir una brecha.

El sitio duró dos meses cortando completamente cualquier vía de ingreso, por ende de alimentos, y los defensores se encontraban en una situación extremadamente crítica. Kara Mustafa no atacó directamente nunca, sí hubo muchos intentos pero no un "todo o nada" porque, especulan los historiadores, quería evitar el saqueo y apropiarse de una Viena sana y entera. Económicamente era mucho más viable con sus habitantes y riquiezas que hecha polvo.

Pero mientras los otomanos llegaban a las puertas vienesas del lado de la mancomunidad Lituano-Polaca el rey Jan III Sobieski estaba plenamente dispuesto a cumplir con su parte del trato, iba a ir a ayudar a Viena con todas sus tropas aun dejando sus ciudades expuestas.

Eran 27.000 polacos, no mucho considerando la cantidad de otomanos, a Sobieski, luego de una ardua negociación y por ser el miembro de mayor rango de la tropa de relevo, se le dio el mando de todo el ejército de la Liga Santa, se sumaron unos 47.000 alemanes y austríacos.

El 6 de septiembre Sobieski cruzó el Danubio y al noroeste de Viena se encontró con los provenientes de Sajonia, Bavaria, Baden, Franconia, Swabia y un regimiento de Cosacos que se unió, quien no aportó tropas fue Luis XIV por rivalizar con los Habsburgo. En total unos 80.000 iban a enfrentarse con unos 150.000 otomanos.

Para el 8 de septiembre los otomanos estaban logrando avances en las murallas vienesas y habían roto varios segmentos exteriores, logrado entrar al Burg y se preparaban para el asalto final. Los defensores no tenían comida y estaban débiles pero se prepararon para recibir el ataque final.

Los otomanos tenían algunos problemas de fidelidad entre sus vasallos, el Khan de Crimea se negó a atacar a Sobieski cuando éste cruzaba el Danubio, los Tátaros al parecer no participaron demasiado en la batalla y probablemente se escaparon a tiempo. Los aliados de Wallachia y Moldavia no eran precisamente de fiar porque estaban allí en contra de su verdadera voluntad.

Desde la colina de Kahlenberg se vieron las fogatas que anunciaban la llegada del ejército de relevo, los otomanos atacaron para interrumpirlos el 11 de Septiembre pero los alemanes comandados por Charles de Lorraine los enfrentaron. Los otomanos querían tomar Viena antes de que Sobieski lanzara su ataque así que no comprometieron todas las tropas a repelerlo y continuaron con el asedio. Estaban tan cerca de conseguirlo!

Esto les dio la oportunidad a Lorraine y Sobieski de continuar su avance y así lo hicieron, los otomanos se encontraban con un ejército completo de un lado y la posibilidad de tomar la ciudad del otro.

Para la tarde estaban muy cerca de la "Türkenschanze", el centro del ejército otomano, aquí entró en juego la caballería polaca.

Los polacos habían estado entrenando a sus "Húsares Alados", tropa de elite montada llamada así por la ornamentación que usaban en sus desfiles (es poco probable que usaran algo así en batalla, pero a los artistas les encanta mostrarlos así en sus cuadros), de eso estaba compuesta una parte de tropas polacas, 3.000 montados liderados por Jan III Sobieski. Arremetieron con fuerza contra las filas otomanas.

De pronto los turcos tenían tres frentes, Polacos por el oeste, Bávaros y Sajones por el noroeste y Austríacos por el norte, la situación era desesperada.

El vizir decidió abandonar el campo de batalla y retirarse a su campamento de campaña, pero para cuando él hacía eso sus propias tropas comenzaban a abandonar el campo de batalla. Tal fue el avance de los Húsares que ni habían llegado a retirase que los polacos ya estaban en el mismísimo campamento enemigo.

Sobieski lideró la carga de caballería más grande de la historia, los húsares eran sólo 3000 pero en total eran 18.000 hombres montados contando los regulares, los austríacos, alemanes y tátaros aliados. Cuatro cuerpos de caballería arrasaron con todo a su paso. La infantería avanzó con fuerza al centro de la otomana mientras los húsares arrsaban con el campamento.

Se dice que Sobieski parafraseó a Julio César con una versión levemente modificada:

"Veni, vidi, Deus vicit"

El final de la batalla fue extremadamente desastroso para el Imperio Otomano, perdió unos 15.000 hombres en la batalla y unos 5000 fueron capturados. Ya habían perdido unos 20.000 en el sitio, todo el campamento, el dinero, tesoros, armas y cañones quedaron para la Liga Santa y Sobieski había negociado su derecho a pillaje por haber cruzado el Danubio en forma de cobro.

Gracias a esta gigante carga de caballería los Otomanos pusieron un límite a sus aspiraciones europeas y decidieron mirar hacia el resto de su vasto imperio que, al momento, era muy grande, demasiado.


La rivalidad europea contra el Imperio Otomano llegaría hasta su desintegración al final de la Primera Guerra Mundial en 1918. En cambio la falta de ayuda francesa también afectó el ya conocido odio alemán-francés llevándolos a más guerras en el futuro cercano.

Para los Polacos fue una reafirmación de su propia identidad, no sólo quedando en la historia, sino que marcó un antes y después en la expansión otomana y gracias a su esfuerzo la historia europea siguió su curso como lo conocemos hoy en día.



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Comentarios

  • Gabriel     11/09/2019 - 11:29:37

    Es interesante como esa batalla parece haber dado nacimiento a la cultura del cafe en Viena, les dejo un resumen http://www.mimundo.philips.es/cafes-con-leyenda-el-heroe-que-descubrio-el-cafe-a-los-vieneses/

  • Bruno     11/09/2019 - 22:19:35

    Para festejar inventaron las medialunas....o es un mito incomprobable?

  • Cattel     12/09/2019 - 09:54:07

    Café y medialunas? Sí que valió la pena rescatar occidente!!

    Entre líneas se ve que las fuerzas occidentales tenían buena data y buen timing porque fueron con menos tropas, pero los otomanos no estaban del todo fuertes y distraídos en el asedio, parece que hubiesen tenido esa información previa, espías?

  • José Zanni     07/10/2019 - 21:00:16

    Buenísima historia!

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