Cuento de cuarentena: Stalkers de Luján

No suelo escribir ficción pero decidí debutar en mi propio blog (!) con un pequeño cuento para que pasen estos días sin angustia, tranquilos y esperanzados :D

Día 3775

El plan está en marcha, ya en el barrio no me quedan recursos, se terminaron las hamburguesas de roedores, no hay gatos ni perros hace semanas, si sigo aquí voy a tener que pasar a otra materia prima y no quiero caer en eso.

Armé la mochila, el equipamiento, el dinero que usan allá. Dicen que es posible sobrevivir con mucho menos y que el valor de las cosas se mantiene. Eso nunca pasaba aquí así que es medio raro. Suena a fábula. Mañana le pago al Stalker y quedo a la espera si contesta.

Está difícil pasar para el otro lado pero ya no me queda otra, tengo que hacerlo y no me importa morir. Dicen que uno logró pasar y ya estaba del otro lado del charco, pero no tenemos forma de confirmarlo. Los que salen por el Sur son cazados en el campo pero hacia el Oeste y el Norte todavía quedan posibilidades, yo me voy por el noroeste.

Dia 3811

Emprendemos el viaje! Me despedí de todos, ya viejos no me quedan, ellos cayeron hace mucho. Primero parecía una gripe, después vomitaron sangre y los perdí en cuestión de minutos a ambos. Ya no me queda nadie acá, este lugar es la muerte.

El Stalker nos va a encontrar en una esquina, medio turbio y oscuro todo pero así son estos tipos. No es fácil pasar gente al otro lado de la frontera, es una zona muerta, tierra de nadie, contaminada y llena de campos minados. Tengo entendido que no duran mucho en el negocio porque apenas creen que ya lo tienen todo aprendido, zaz, los encuentran y los ejecutan en el acto.

Pero mi Stalker está curtido, es del campo, es de la zona por donde me va a hacer pasar, cruzo los dedos porque creo que estoy de suerte.

Dia 3813

Llegamos a su pueblo, es una mezcla de pueblo de western con una enorme catedral en el medio, pero está muerto, tampoco hay perros ni gatos, aquí también tuvieron que recurrir a lo último. En el camino que nos trajo hasta acá pasamos algunos "campos", nada es verde, si sale algo de esta tierra muerta es un milagro.

Hace semanas que no pasa un avión a tirar nada y cuando lo hace es una masacre, la última vez que cayó una caja en mi barrio murió más gente de lo que esa comida salvó. Encima, para colmo de males, lo que envían no sirve. Harina, sí, pero ya nadie sabe hacer un pan y se la comen directamente. Mueren a los dos días intoxicados, no se puede comer la harina con agua fría. Ni siquiera te dejan explicarles cómo cocinar un engrudo, son salvajes. Ya casi no queda dignidad.

Dia 3814

El Stalker nos alojó en una especie de pabellón, no estoy solo. Me acompañan dos mujeres y tres hombres, no nos dijimos los nombres: pocos se acuerdan de uno.

Es que morir es muy fácil, si no caés rendido por la enfermedad es por la falta de comida, el hambre nos vuelve violentos pero también vulnerables. Pero por suerte nos dieron un manjar, una especie de guiso de algún animal, no sabía a cerdo así que puedo descartar que sea algún vecino. Es notable el parecido de nuestra carne con los chanchos, la primera vez casi ni me doy cuenta hasta que un amigo me explicó. Pero a veces el hambre nos hace eso. El guiso tenía papas! me tocó una y todo! Eso hace mucho que no se ve.

Nos avisó que pronto partiríamos pero que el yermo estaba siendo vigilado, que esperábamos a que otro grupo tratara de pasar más al oeste y eso quitaría los ojos de nuestro sector. Esperamos ansiosos.

Dia 3841

El Stalker nos llevó a un par hasta el comienzo del yermo, nos dio un largavistas para ver. A la distancia se notaban fortificaciones, alambrados de púas, unas especies de trincheras y otros que me dijo que eran "puercoespines checos", no entendí qué eran ni para qué servían.

La tierra estaba negra, por kilómetros, no se llegaba a ver el fin pero nos comentó que íbamos a pasar por allí de madrugada.

Al volver a nuestra "base", como la llamaba, nos empezó a dar las instrucciones. No sabíamos cuándo saldríamos pero teníamos que estar listos. Cada uno con una cantimplora, un pan duro que era una delicia (hacía mucho que no comía pan) y un bollo hecho con arroz y alguna carne extraña. Para nosotros estaba más que bien, en la ciudad no veíamos nada ni parecido.

Nos explicó cómo avanzar, cómo movernos entre las trincheras, cómo no temerle al barro y, si veíamos una rata, nos dio varias ténicas para cazarla. Igualmente ya estábamos bastante preparados pero la gente del campo es así, subestima siempre a la de ciudad.

Dia 3865

Hoy me acordé cuando empezaron a bombardear, cada vez que escucho algún ruido fuerte pego un salto y me caigo de la cama. Fue un disparo. No sabía que todavía a alguien le quedaban municiones pero al parecer en el campo es distinto.

Nos juntamos preocupados en el patio de la "base", habían cazado a un ladrón, el Stalker estaba contento, era gordito y daba la impresión que esos chorizos que colgaban en la cocina no eran precisamente chacinados de cerdo.

Durante todo el día lo olimos, todos sabíamos qué era, el ladrón olía sabroso, pero no podía pensar en ello. Si me traían guiso lo comería igual, necesitaba estar fuerte para el cruce y era inmintente. El Stalker nos dio una buena cena, nadie preguntó nada.

Dia 3867

No entendí bien por qué pero el Stalker nos dio a cada uno una bicicleta. Plegables, extrañas. Salimos a "entrenar", o así dijo él, algunos nunca habían manejado una pero yo lo recordaba de mi infancia en la plaza y por las ciclovías.

Qué tiempos aquellos! Podíamos tener una y ejercitarnos y aun así preferíamos subirnos a un colectivo o viajar en auto varados en el tráfico. Ahora tener una era un lujo pero aquí en el campo parece que tenían un uso muy particular.

No eran iguales a las de siempre, tenían inscripciones raras y algo pintado en un cuadrado blanco con cuadrados y figuras negras. - Es un QR - me dijo, no entendí nada.

Luego nos explicó que del otro lado la bicicleta era el único medio de transporte que íbamos a usar si llegábamos a pasar, que debíamos cuidarla con nuestras vidas porque si nos veían caminando seguramente nos detenían pero en bicicleta nadie nos iba a molestar y podríamos llegar bien lejos, a la seguridad.

La seguridad, no sé bien de qué se trata, hasta ahora estar seguro es seguro de que vas a morir. Dormimos inquietos pero en silencio, ya nos imaginábamos que se acercaba la hora.

Dia 3870

"Es el día", nos dijo el Stalker, era de noche todavía, no me lo esperaba tan pronto pero hacía ya mucho que esperábamos en la base. Era muy metódico pero eso nos hacía sentir incómodos.

Tomamos nuestras mochilas, la bicicleta plegable se enganchaba. Era pesada pero ya nos había dicho que debíamos cuidarla como si fuese parte nuestra. Era nuestra vía de escape.

El camino comenzó desde su propio campo en línea recta a la zona muerta. En un momento sentimos bajo nuestros pies que algo había cambiado. Hasta la tierra era distinta, nos dijo que estaba contaminada, que por ninguna razón nos llevásemos ese barro a la boca. Te provocaba hemorrágeas internas instantáneas. Dijo, nadie quiso corroborarlo.

Al amanecer nos escondimos en una especie de tienda de campaña. No era más que una tela enorme y sucia pero que simulaba más o menos bien el terreno.

Estábamos en el medio de un lodazal tóxico, no sólo era tierra de nadie, era imposible moverse sin ser visto, teníamos que esperar todo el día acalorados bajo ese camuflaje primitivo con el permanente riesgo de ser descubiertos.

Apenas pude asomarme unos minutos: vi un fuerte a lo lejos, más trincheras, un par de vehículos humeantes de un intento de escape de hacía una semana atrás. Todavía quedaban algunos que creían que podían hacer eso.

Era un gasto ridículo. Los vehículos apenas funcionaban y el combustible era uno de los bienes más escasos. Usarlo para eso era un desperdicio y, para colmo, te veían y disparaban casi como si fuese un juego.

A la noche volvimos a caminar, apenas habíamos dormido pero estábamos a horarios cambiados.

Día 3871

Hoy el día pasó del negro tóxico al verde del campo ¿Estamos del otro lado? Todavía falta nos dijo el Stalker - cuando pasen el río son libres -

No se refirió a él ni a nosotros, sino a ustedes, evidentemente él nos dejaría en el río.

Caminar hoy fue más tortuoso, se pudo algo durante el día pero era de a pequeños tramos, el Stalker vigilaba, usaba sus largavistas, esperaba y nos daba la orden de avanzar unos pocos metros. No se cuánto hicimos pero fue prácticamente uno o dos kilómetros. Está difícil la zona dijo.

Día 3873

Llegamos al río. Ya no nos queda comida y encontramos un cultivo de maíz. No saben lo duro que es comerse un grano de choclo, si cocidos uno los caga enteros nunca intenten tragarse uno crudo. Pero estábamos desesperados.

El Stalker nos dejó ahí - crucen ustedes, usen las bicicletas, sepárense - No dijo más, dio media vuelta y se fue. No se cómo hace ese tipo para resistir comiendo tan poco y ahora teniendo que volver a su base, pero lo hizo, habremos hecho cien kilómetros y le da para volver.

Al abandonar el intento de comer choclo duro encontramos un par de roedores grandes en el río, eran mansos pero los tuvimos que atacar y comer. Después de tanto tiempo de comer animales horribles ésto fue un descubrimiento. Eso sí, tuvimos que comerlo crudo y ya sabemos que mañana por ahí nos morimos de diarrea, pero no importa nada, era carne de verdad! ¡y no estaba contaminada!

Dia 3876

Al fin nos animamos a cruzar el río, no es muy profundo así que es un paso asegurado, ahora tenemos que encontrar caminos que nos sirvan.

El Stalker nos dijo que evitemos el de la derecha, es una ruta muy grande y seguro nos preguntan cosas. Mejor por la izquierda que hay otra ruta más chica.

Avanzamos por ahí y la encontramos, hicimos un viaje largo con las bicicletas, al principio juntos pero tres nos adelantamos, el resto eran muy lentos así que los dejamos atrás. No pienso esperarlos y si mañana no los veo supongo que voy a tener que acelerar porque los encontaron.

Dia 3877

Estoy desesperado, hoy a la mañana estábamos por arrancar, me fui a mear a un costado en un campo de maíz y escucho gritos, menos mal que tenía mi bicicleta conmigo.

Los agarraron a los otros dos, les preguntaron unas cosas y sin más le volaron la cabeza a uno. El otro hizo dos metros y lo llenaron de plomo por la espalda.

Me quedé quieto, no dije nada, llorando como un estúpido. "Ya fue, me la van a dar", y no me encontraron. Le tiraron algún combustible y prendieron fuego los cuerpos, después los inhumanos éramos nosotros, los de "adentro", hijos de puta.

"Vamos para Villa Amelia" dijo uno "a buscar a los demás". Me asusté pero aun así me subí a la bici. Los vi a ellos dos carbonizados, ni sé cómo se llamaban, no les dieron ni la oportunidad de escapar ni un entierro digno, los quemaron ahí mismo.

Yo sigo, sigo para el norte pero me desvío un poco al oeste a ver si empalmo con la otra ruta. No me importa si me encuentran ahí, al menos puedo pedalear.

Día 3890

Llegué.

Apenas llegué me tuve que meter en una casa y robar la ropa colgada. Estaba tan distinto yo! Me vieron feo y me desesperé un poco pero apenas me robé unos jeans y remeras bien coloridos, ya nadie me dijo nada. Al menos el peinado está bien. El olor no es tan grave: me bañé con una manguera en un jardín, salió de todo, hasta me siento más liviano.

Tengo mucha hambre pero ahora es cuando puedo usar el dinero que me dieron. Fui a un supermercado y los productos son todos raros, muy extraño, no es que las marcas sean otras de las que recuerdo de niño, las cosas que comen se llaman raro. Menos mal que no tuve que preguntar nada.

Ya me siento más cómodo, duermo donde puedo pero hasta ahora nadie parece haberlo notado. Policía no he visto, antes esta ciudad era un hervidero de narcos y muerte, ahora parece que es otro mundo. Increíble. Seguro el problema éramos nosotros.

Día 3901 de la cuarentena

Me sentía seguro, cómodo, me senté en un café y pedí algo pero creo que se dieron cuenta, todos me miraron con cara fea cuando pedí galletitas, eran "masitas", santafecinos de mierda! había que decir masitas! cómo le van a decir así a las galletitas!

Dejo estas últimas palabras por si alguien llega a leerlas, si encuentran esto quiero que conozcan mi historia.

Ahí los veo, son policías de civil, vienen a buscarme. Adiós.

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Comentarios

  • Leo     24/06/2020 - 11:20:40

    Si te hubieses venido a Entre Ríos seguro seguías vivo jajaja. Muy bueno che, me gustó la crudeza del relato.

    • Fabio Baccaglioni     24/06/2020 - 11:55:45

      era complicado cruzar el río a esa altura :D

  • PenPen     24/06/2020 - 11:50:39

    Fantastico cuento, me encantó!! Felicitaciones!!

  • Osvaldo     24/06/2020 - 12:17:46

    Son ideas subliminales para lo que se viene...?
    Grande Fabio

  • dach     24/06/2020 - 12:57:58

    Lástima, no te dieron tiempo de pedirte un Carlito

    • Fabio Baccaglioni     24/06/2020 - 13:58:09

      hubiese pedido un tostado y ahí me fusilaban en el acto

  • Fabio     24/06/2020 - 16:00:11

    Felicitaciones por animarte a publicar un relato después de tantos años escribiendo este blog, tenes buen poder de síntesis en pocos párrafos lograste poner en situación, describir conflicto, la geografía del lugar, la atmósfera hostil, la postura del personaje, etc. muy bueno che felicitaciones nuevamente. Seguí escribiendo.

  • Cattel     24/06/2020 - 16:21:14

    Sos nuestro Viggo Mortensen en La carretera, pero con la carretera llena baches y peajes. A como vamos capáz se te escapó una cifra en la cuenta de los días. En el sur te morfamos al asador de una, pero somos lo suficientemente civilizados para llamarle galletitas a las de paquete y masitas a las de confitería, sucios bárbaros del norte!

  • Danbat     24/06/2020 - 16:46:32

    ¡Shibboleth!
    Si en el sur no estuviésemos todos muertos podría haber zafado.

    Encima me imaginé un Rosario parisino, como en la publicidad de las Renault Trafic.

  • juan ignacio     24/06/2020 - 17:06:13

    Muy bueno el cuento. La crudeza y el final es supremo.

  • andres     24/06/2020 - 20:25:06

    Grande Fabio, buen material.

    Lo quería dejar para leer después pero no pude conteneme cuando vi cómo arrancaba la cuenta de los días. Si no hubieras puesto "cuarentena" en el título y uno se enteraba al final con "Día 3901 de la cuarentena" era más épico.

    Y sí, más para el norte aún sin salir de la provincia de Bs As ya se le dice "masitas".

  • Abel     25/06/2020 - 00:19:54

    Che, que a 200 km de capital ya les dicen masitas.
    La primera foto podria ser la portada de algun album de metal progresivo.
    Me gusto. Un blog surtido.

  • José Zanni     25/06/2020 - 07:27:28

    Muy bueno, te quedó bien.

    Te marco un par de errores:
    - Faltan los signos de admiracion que abren
    - En alguna parte vi algún teclazo... pero ahora no me acuerdo donde :P

    • Fabio Baccaglioni     25/06/2020 - 14:37:31

      gran discusión la apertura de signos, pero recordá que es el diario de un sobreviviente, podría hasta haberlo escrito con los codos :D

      después avisá donde es el teclazo que ni le hice una pasada de corrección

      • latorro     06/07/2020 - 02:20:11

        "hemorrágeas" quizás sea esa...

  • latorro     06/07/2020 - 02:14:40

    Ya te hacía llegando a Colombia cuando de repente mandaste "masita". Venía compenetrada mal con el relato, concentrada en los días que pasaban. Muy desolador, apocalíptico. Muy buena y trágica visión. Espero que no sea premonitoria. :D

  • Gustavo Alonso     14/07/2020 - 21:32:04

    Bueno fabiola tales writer. I liked.

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