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La falla de los promedios y cómo la Fuerza Aérea tuvo que cambiar sus diseños
Hay un hecho: no hay cosa "promedio" que satisfaga a todos. Es muy simple, no se trata sólo de gustos, es que sencillamente venimos en todas las tallas y formatos como para saber que lo que a uno le va, al otro no.
Puede ser la ropa, caso clásico, donde el talle de un pantalón te va bien de cintura pero te queda mal en las piernas. Pero si tengo tal diámetro ¿Por qué las piernas son tan distintas?
Pero he aquí que no hay dos piernas iguales ni, mucho menos, una promedio.
Esto mismo, aunque pueda parecer lejano, afectaba a las fuerzas aéreas y el diseño de sus cabinas: habían sido diseñadas pensando en un piloto promedio pero ¿Existía esa persona?
Hacia fines de los años 40s comenzaba la era del jet, los primeros aviones a reacción eran muy difíciles de pilotar, por un lado eran más rápidos que todo lo conocido hasta el momento y, por el otro, el diseño de la cabina no se diferenciaba mucho de sus contrapartes a hélice.
La USAF (US Air Force) tenía un gran problema: perdía muchos pilotos. Y ni siquiera se trataba de una situación de guerra, morían en entrenamientos.
La USAF separaba los incidentes de los accidentes y la primera observación fue echarle la culpa a los pilotos por los errores cometidos en la cabina especialmente en los casos en que no había sido un accidente provocado por un motor fallido o un ala desprendida.
Los ingenieros confirmaron esta primer hipótesis pues los aviones no habían sufrido una avería en particular, eran los pilotos los "culpables".
Obviamente el gremio de pilotos no estaba para nada de acuerdo con estas conclusiones, al fin y al cabo ellos eran los que ponían la vida en riesgo y los burócratas los estaban acusando de irresponsabilidades varias.
Ellos estaban plenamente convencidos de sus capacidades y las de sus fallecidos colegas ¿Quién estaba en lo cierto?
Los oficiales a cargo cambiaron el enfoque y apuntaron al diseño de la cabina y los instrumentos.
En 1926 los militares habían diseñado el primer estándar para cabinas luego de medir las dimensiones de cientos de pilotos y utilizaron esos datos para estandarizar las dimensiones.
Durante las siguientes tres décadas el tamaño del asiento, el lugar donde iban los pies, el ancho, los pedales, la altura de la cabina, la posición de los controles, todo fue definido por el promedio de dimensiones de un piloto imaginario de 1926.
Los ingenieros empezaron a considerar si no había cambiado el tamaño de los pilotos desde ese año en adelante ¿Eran más altos? ¿Más anchos? ¿las extremidades medían lo mismo?
Comenzó una nueva tarea de investigación a cargo de los ingenieros de la base aérea Wright en Ohio donde midieron a más de 4000 pilotos considerando unas 140 variables y volvieron a calcular un nuevo promedio.
Obviamente todos creyeron que esta encuesta serviría para mejorar los números y sí que cambiaron, ahora tenían un nuevo promedio y pensaban que eso reduciría los accidentes.
Bueno, no tan así. Al fin y al cabo, habían hecho lo mismo que en 1926 ¿Por qué cambiaría el resultado?
Pero uno de los científicos a cargo, alguien demasiado joven para ser tenido en cuenta, no pensaba igual ni compartía el entusiasmo.
El teniente Gilbert S. Daniels era el típico guardapolvo blanco que poco tenía que ver con lo militar desde su aspecto y área de estudio, era parte del laboratorio médico de la base Wright y era su primer empleo, nunca se había subido a un avión pero sí tuvo que medir cientos de pilotos.
La fuerza aérea lo había contratado porque su especialización era en atropología física en Harvard estudiando la anatomía del cuerpo humano.
En los primeros años del siglo XX los antropólogos creían que uno podía entender la personalidad y clasificarlo por su forma física, este método no dio ningún resultado coherente ni consistente con la evidencia científica.
Es que no tenía absolutamente nada que ver y fue parte de lo utilizado por los nazis para segregar y discriminar. Hasta se consideraba que según cierto aspecto físico uno podía ser una persona más inteligente, un criminal, un deportista, un duro, un flojo, etc.
Daniels, en cambio, apuntó para otro lado porque en un estudio similar comparando a 250 estudiantes (midiendo manos) notó que aun con el mismo trasfondo sociocultural y económico las manos de sus compañeros diferían notablemente, con personalidades similares no había forma de agruparlos con esas teorías en mente.
No había tal cosa como una mano promedio! Al hacer el promedio entre todas resultó llamativo que ni uno sólo de los sujetos de estudio tenía un tamaño similar. Promediar el valor no arrojaba una mano real. No existía.
Así que para cuando Daniels se encontró en la USAF midiendo pilotos ya sabía que era todo inútil: el resultado era un piloto que no existía.
Como estaba dudando sobre todo el procedimiento tomó los datos de los 4063 pilotos, calculó el promedio de las 10 variables más relevantes (para la Fuerza Aérea) y creó su "hombre ideal".
Luego buscó entre los 4063 quién se aproximaba dentro de un 30% de esas dimensiones promediadas: no encontró ninguno.
Para todos sus colegas "era obvio" que la gran mayoría seguro encajaba dentro de ese 30% y unos pocos por fuera, sin embargo, luego de comparar una y otra vez, no encontró ni uno solo que se aproximara a ese enorme margen de un 30%
Si uno tenía las piernas dentro del promedio su torax seguramente no lo era, o el diámetro de su cabeza o sus hombros, alguna de las 10 variables se alejaba mucho de ese promedio.
Tomando sólo tres de las dimensiones apenas el 3.5% de los pilotos entraba en el promedio (solo tres variables!), era imposible dar con uno y las conclusiones de los números eran absolutamente sorprendentes y, especialmente, indiscutibles.
Esto significaba que no existía piloto alguno capaz de sentarse cómodo en las cabinas de aviones que habían sido diseñadas para alguien que no existía.
No había sido el primero en notarlo
En el libro The End of Average de L. Todd Rose (2016) se descubre una historia que quedó bastante olvidada que es la de "Norma", la supuesta mujer ideal (también existía Norm que era el hombre ideal).
Esta idea es bastante anterior y buscaba un ideal de mujer norteamericana creada por un estudio del ginecólogo Robert Dickinson y su colaborador el escultor Abram Belskie.
Luego de medir a unas 15.000 mujeres jóvenes hasta crearon una estatua de la mujer promedio, Norma, en 1939: supuestamente el ideal aspiracional, la mujer perfecta.
Años después, en 1945, hubo un concurso en el que el Cleveland Health Museum junto a la academia de medicina de Cleveland, la escuela de medicina y la junta educativa coordinaron para entregar premios de USD 100, 50 y 25 en bonos de guerra (eran los 40s) y unos diez extras de USD 10 (parece poco pero para la época servía bastante más que ahora).
Para participar tan sólo había que enviar por correo las dimensiones del cuerpo y quien más se acercara a "Norma" ganaría.
Bueno, se imaginarán el resultado: una dama fue elegida ganadora, Martha Skidmore parecía tener las medidas más cercanas a Norma pero he aquí que el problema de los números empezó a percibirse.
De las 3864 participantes sólo 40 entraban en el promedio de Norma en cinco de las nueve que se requerían para parecerse a Norma. De hecho, la ganadora no se acercaba en más de cinco tampoco.
Dickinson era de los científicos que creían que sólo acumulando una gran cantidad de datos y promediarlos era suficiente, para él Norma era la verdadera mujer ideal, pero no existía una sola mujer con esas proporciones.
El Cleveland Health Museum promovía esta imagen de la escultura distribuyendo reproducciones de la misma como la "mujer ideal", el estándar perfecto de feminidad, apareciendo en revistas, diarios y documentales de la época.
Pero si bien el resultado fue el mismo con el que se encontró Daniels en la Fuerza Aérea aquí las conclusiones fueron totalmente opuestas: Norma no era el problema, lo eran las mujeres que no tenían el cuerpo que correspondía, ellas estaban mal, sus cuerpos estaban descuidados y por eso las mujeres eran débiles y una larga lista de estupideces machistas. Norma era perfecta, las participantes todas unas deformes.
El promedio que no sirve
Bueno, Daniels en su área tuvo una visión más interesante y científica: el resultado que te dan tus datos no es el que querés ver, es el que es. Te muestra los hechos, no podés forzar una conclusión que tomaste previamente, ese era el error.
En 1952 su informa expresó exactamente esto, no era posible encontrar a ninguna persona que fuese el promedio de las demás y esa era la raíz del problema.
La nota técnica se llamaba "Average Man?" y allí describió su investigación y cómo había que cambiar completamente el concepto de diseño no para una sola persona sino adaptando los ambientes a cada tamaño individual, no el promedio.
Aquí sucedió algo que me sorprende haber leído: la Fuerza Aérea le hizo caso. En un cambio radical a las costumbres mlitares y, posiblemente, presionada por los hechos ineludibles de pilotos muriendo en accidentes inexplicables, cambió completamente las especificaciones de diseño.
A partir de este estudio descartaron el promedio como una medida pasando a rangos y luego adaptando los diseños a cada individuo.
Esto era sencillo para la USAF: el contratista debía cambiar el diseño que ellos ya estaban pagando, ahora las cabinas deberían ser adaptables a un 95% de los tamaños de pilotos existentes en CADA dimensión.
Obviamente las empresas fabricantes pegaron el grito en el cielo argumentando costos imposibles de sostener pero a la USAF no le interesó el llanto corporativo: no había margen para quejarse, estaban perdiendo aviones y pilotos.
Los aviones eran relativamente baratos y reemplazables, los pilotos requerían años de entrenamiento y no eran reemplazables.
Rápidamente los ingenieros aportaron soluciones que eran realmente baratas (la queja era ridícula, típica de mandos medios y altos en corporaciones sin imaginación), desde asientos ajustables (hoy algo común en todos lados), pedales que podían ajustar su longitud, los cascos con agarres ajustables y también los trajes. Todo era adaptable.
El cambio fue automático, las bajas por errores de pilotos cayeron dramáticamente y la atención de los pilotos mejoró notablemente porque ahora podían leer sus instrumentos que antes le quedaban en una posición imposible.
Luego de este cambio el resto de las ramas militares de los EEUU copiaron la idea, tanques, camiones, barcos, todos dejaron de usar el promedio como medida estándar y demandaron a los fabricantes posiciones ajustables.
No existe tal cosa como una persona "promedio", cada uno, con sus individualidades, es perfecto como es y no se trata de un libro de autoayuda sino de un hecho fáctico y demostrable. El error fue asumir que eso funcionaba.
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Comentarios
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Esto me hace acordar a El Lecho de Procusto https://es.wikipedia.org/wiki/El_lecho_de_Procusto
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Ahora me causa más gracia el principio de "Idiocracy" porque el protagonista es básicamente el soldado más promedio del ejército. Mientras hablan van pasando en una pantalla distintos gráficos de variables donde el sujeto siempre está en el centro exacto.
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hubo una película de los 40/50 sobre el juicio a un piloto que se negó a salir a probar un avión de los 20 porque era suicida.
el tema de diseño se menciona en la misma.
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Espectacular, gracias a los mártires de la fuerza aérea podemos acomodar el asiento del auto para adelante y para atrás.
Capaz a esta altura haya un movimiento de ingenieros por la igualdad tratando de volver a la cabina única para todos.
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En los ´60 cuando la NASA comenzó la selección de futuros astronautas, los candidatos debían cumplir determinandos estándares antropométricos, especialmente altura y diámetro del tórax. Ellos debían entrar dentro de la càpsula espacial sin dificultades. Lo mismo se aplicaba a los trajes espaciales. Creo recordar que en la serie "De la Tierra a la Luna" un candidato, pese a sus esfuerzos fue bochado por tan solo medio centímetro. No se si el episodio se basa en un caso real. Y por caso, Gagarin era un "enano". Hoy supongo que la historia es bastante parecida, especialmente para la Soyuz: dudo que un astronauta de 1,90 metros de altura entre cómodo.
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Existe algo similar llamado "el hombre standard" en seguridad e higiene industrial. No recuerdo bien los datos pero era algo como esto 1.75 mts. 80 kilos. Etc. Todo para poder diseñar las sillas. La altura de los tornos. Altura de las puertas. Etc
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Muy interesante, da para pensar si lo mismo va más allá de la ergonomía.
Podemos sacar unas decenas de parámetros para ver si hay un "argentino promedio", y tal vez no lo haya (política, religion, mate, futbol, musica).
Entonces cuando uno escucha hablar a un político de "el pueblo" como una masa uniforme más seguro es que sean unos mesiánicos.