Las Guerras del Medioponeso

A riesgo de parecer obsesionado con el tema y arruinar el tono jocoso de este weblog, algo bueno le veo a esta nueva Guerra del Golfo: nos está sirviendo para ver publicadas denuncias y hechos que antes eran sólo teorías conspirativas dichas a media voz.
Últimamente en diversos suplementos de diarios y revistas leo verdades y barbaridades que habría que atesorar en algún cajón para cuando el Imperio comience con su revisionismo histórico, emulando al Gran Hermano de "1984".
Con ustedes un par de notas que me conmovieron.

"Ese mundo nuevo se empezó a perfilar en 1991, con la caída de la Unión Soviética, pero ahora va a entrar en otro estadio. Sabemos que el papel de EE.UU. será central, que cuando algo sea para ellos vital van a tratar de convencer con presiones económicas, pero si no encuentran eco, adiós, hablarán las armas." , comenta Hal Klepak en el suplemento Zona. Y en el reportaje aclara un par de cosas más:

En América latina podría llevar a un reconocimiento de las fuerzas de seguridad dentro de papeles que por razones que conocemos no son deseables. Y para las fuerzas de seguridad también es un rol pesado ya que algunas son guerras que no se pueden ganar.

—¿Cómo es eso?

—Un periódico canadiense escribió: "Cuidado con declarar la guerra contra cosas que empiezan con minúsculas, porque nunca se ganan". Se puede ganar contra un país cuyo nombre empieza con mayúsculas pero contra la pobreza, el terrorismo, la delincuencia es imposible.

—¿Y cuál es la salida más digna?

—Los EE.UU. son poderosos. Pero se les viene un mundo en donde todos los odian. Un mundo en el que empieza a emerger el poder de los débiles, en el que doce muchachos armados con cuchillos les muestran que son vulnerables porque el 11 de setiembre, además del hecho en sí, significó una luz para los débiles en una noche oscura. Fue como certificarles: "se les puede hacer daño a los dueños del mundo". ¿Qué puede hacer un país periférico, que no tiene influencia en el juego mundial en este mundo diferente? ¿Cómo entrar en el juego y combinar autonomía sin confrontación contra el Imperio? Una posibilidad son los acuerdos flexibles. Es decir, acuerdo combatir con Washington el terrorismo pero no su posición en Kioto. Estamos de acuerdo con que hay que luchar contra la droga pero no en militarizar ese esfuerzo. Canadá, en el marco de esos acuerdos flexibles, tiene alianzas con Europa, con América latina, con Asia. Ahora hasta qué punto se va a poder ser flexible en esta nueva etapa en cuestiones vitales para Estados Unidos, eso yo no lo sé. Otro punto importante es el papel del embajador. Argentinos, brasileños, canadienses, venimos de tradiciones europeas fuertes que funcionaban en el contexto preimperial pero ya no. Ahora todo se cocina en los pasillos del Capitolio. Canadá, hace unos años, mudó la embajada a ocho cuadras del Congreso para poder influir algo en las decisiones. Esto es tradicional en los imperios.

—Europa o China ¿no pueden funcionar en el futuro como contrapeso de EE.UU.?

—En una importante publicación, Strategic Review, está dicho claramente. Antes del 11 de setiembre, el Pentágono se preguntaba esto. Sabían que los únicos rivales que de verdad podían causarle un grave problema de seguridad eran virtualmente Japón o una Europa unida. Y sabían que, por razones históricas, Japón y Alemania no querían armarse, querían quedar enanos militares, culturales y políticos. Pero son gigantes económicos. Ahora bien, el día en que Europa descubriera su ventaja al estar más unida y más armada, EE.UU. podría tener un rival verdadero. Entonces se dijeron: ''Vamos a hacer su trabajo para ellos''.

—¿Qué significa eso?

—Es lo que Roma hizo con Egipto. Egipto era el granero del imperio romano. Roma se dijo: ''son más ricos y podrían ser más fuertes pero no lo son. Vamos a garantizar su seguridad y así no tendrán ímpetu para lograr su propio poder militar''. Hay documento abiertos de EE.UU. donde dicen claramente: ''Vamos a hacer el trabajo de Alemania para Alemania''. Es decir, vamos evitar que Alemania tenga el ímpetu para rearmarse, para unir más a Europa, para llegar a ser un rival. Démosle seguridad y lo que necesiten. Lo mismo con Japón. Es una política muy bien desarrollada y muy inteligente. En la Guerra del Golfo de 1991 quedó claro que EE.UU. hizo el trabajo por ellos. No era un interés vital para Washington ya que apenas el 11 por ciento del petróleo del Golfo Pérsico iba para EE.UU.. Pero para Alemania iba el 60 por ciento y para Japón el 70 por ciento, es decir, sí era vital para ellos.


Les recomiendo leer el suplemento Zona del 2 de marzo que incluye:
- Bush, el guerrero de Dios y la expansión imperial
- Promesas incumplidas, mentiras y amenazas

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