Vidas curiosas: Jeffrey Hudson, de adorno de la corte a destierro y esclavitud

24/01/2024 - 10:30:00 por Fabio Baccaglioni - 2283 - 8 - En Curiosidades

La edad media y el renacimiento están llenos de cosas incorrectas que hoy en día serían super cancelables, un ejemplo de ello era tener un enano en la corte, fuese como adorno, como bufón, como "gente miniatura para boludear", pero esa posición en la corte los ubicó, muchas veces, en posiciones de poder.

Un ejemplo de ello era Jeffrey Hudson, el enano de la corte de la reina Henrietta de Francia, reina consorte de Charles I de Inglaterra, sus apodos eran "Lord Minimus" o "El enano de la Reina", con mucho desprecio, pero... era el más cercano a ella!

Pero Jeffrey estaba harto, con razón, del desprecio, no era un niño, no era un muñeco, era un hombre como cualquier persona de baja estatura, y este orgullo lo llevaría a su perdición.

La reina Henrietta tenía una amplia corte, llena de asistentes, algunos curas católicos y varios frikis que para la época eran toda una curiosidad y hasta una "colección" a tener.

Él era una de varias curiosidades naturales y mascotas, entre las que se encontraba un porteador galés gigante llamado William Evans, dos enanos desproporcionados y un mono llamado Pug. 

Más tarde desarrolló una rutina con Evans en la que el portero sacaba a Hudson de su bolsillo junto con una barra de pan y procedía a hacer un sándwich. Un freak show de circo, pero, como digo, bien cerca de la reina había comida, poder y dinero, además de muchos favores que nadie más tenía en el reino.

Los enanos en las cortes eran algo bastante común en Europa, Hudson fue de los que aprendió a divertir y entretener con ingenio, cortesía y apariencia, pero además tenía una especial ventaja: como enano era muy pequeño, al parecer, según relatos de la época, entra los 7 y 30 años creció muy poco y su estatura alcanzaba apenas unos 45 centímetros.

Era adorado por la reina y hasta cabalgaba junto a ella con su propia montura, elaborada y creada específicamente para él. El sastre de la corte, Gilbert Morrett, confeccionaba ropa para Hudson quien tenía un amplio guardarropa y junto a la enana Sarah vestían los mismos colores y telas que los hijos de la reina. Suena muy extraño todo esto, pero en contexto, eran unos increíbles privilegiados, el hecho de que hoy en día tengamos cuadros que los representan da un ejemplo de la posición que tenían en la familia real.

Hudson tuvo varios encargos para la corona, ir a buscar a Francia una partera para la reina, que incluyó espiar la corte francesa, al cruzar el Canal de la Mancha su barco fue atacado por piratas que los liberaron, así que pudieron regresar. En un segundo viaje, en 1637, fue a Breda junto a unos cortesanos a presenciar el sitio de la ciudad en guerra entre los españoles y los holandeses, apenas tenía 18 años.

Al comenzar la guerra civil en el reino, entre el rey Charles I y el parlamento, la reina llevó una pequeña comitiva a los Países Bajos para recaudar fondos para su causa, Hudson viajó con ella.

Al volver luego de su fracaso para conseguir apoyos la reina lo sumó como capitán de caballería, algo que Hudson tomó como un honor y no una burla, no se sabe si alguna vez dirigió tropas en batalla, pero el rango de capitán lo obtuvo!

La reina escapó a Francia en 1643 junto a sus cortesanos y Hudson, luego la reina se movió del palacio del Louvre a un spa en Nevers. Carlos sería ejecutado en 1649.

La desgracia de Hudson

Todo ascenso vertiginoso lleva a una caída igual o más fuerte, Hudson no quería ser la mascota de la reina, no aceptó más burlas ni insultos. Al parecer en Octubre de 1644 alguien lo ofendió, se desconoce cómo, y Hudson lo desafió a duelo.

El rival era el hermano de William Crofts, sirviente de la reina y luego sirviente principal de la habitación de Charles II, y en vez de respetar el duelo decidió aparecerse con una pistola de agua.

Hudson no era un muñeco ni un adorno, era un hombre, sería pequeño pero sabía disparar, la ofensa se duplicó y el balazo en la frente de Crofts lo condenó al desastre.

Los duelos en Francia estaban prohibidos y la corte de Henrietta era invitada en Francia, un atentado contra la hospitalidad del rey francés, el hermano William era mucho más importante para la corte que Hudson así que la reina sólo pudo interceder contra la condena a muerte que se declaró en su contra. Fue enviado de regreso a Inglaterra.

Abandonar la corte es una cosa, ser expulsado de ella, otra mucho peor. Para una persona que apenas alcanzaba el medio metro a sus 25 años su sobrevida era muy poco probable.

Por alguna razón, ya que su historia se vuelve difusa, pero no por ellos menos interesante, Hudson terminó en un barco que fue atacado por los piratas de Berbería, del norte de África, por éstos fue esclavizado y durante los siguientes 25 años trabajó como tal.

Una caída estrepitosa, pero no terminaría ahí su historia, veinte años después de su captura los ingleses enviaron varias misiones a Argelia y Túnez para negociar rescates de cautivos ingleses, los pueblos piratas del norte de África no eran tontos y eran negociadores natos, cuando se acercaba un ejército o marina poderosa, negociaban con los esclavos.

En 1669 Hudson volvió a Inglaterra, había crecido mucho de altura, ahora alcanzaba los 110 centímetros, algo que le sucedió luego de los 30 años, que él atribuyó a sus penurias en cautiverio.

La monarquía fue restaurada en 1660 y por  invitación de Charles II, su hijo, la reina volvió y residió en Londres sólo cinco años para luego huír por la plaga de 1665 a Francia. Murió allí en 1669.

Recién aparecen registros de Hudson nuevamente en 1682 cuando el duque de Buckingham le concedió algo de dinero, vivió en Oakham durante un tiempo y fue entrevistado por James Wright quien documentó parte de su vida.

En 1676 tuvo la mala idea de ir a Londres para solicitar una pensión de la corte, al fin y al cabo había trabajado allí años, pero justo llegó cuando empezaba una revuelta anticatólica contra un supuesto "complot papista".

Lo encarcelaron en la Gatehouse porque al haberse criado en la corte de Henrietta, que era católica, había recibido educación católica también: era un posible "sospechoso", sin crimen alguno.

No fue liberado sino hasta 1680 y falleció dos años después, a los 63 años, sin más datos, sin un día, ni circunstancias conocidas, una tumba común para indigentes, sin nombre, y el olvido.

Fuentes: 1, 2, 3