El amanecer de las bombas de precisión

25/06/2014 - 17:45:40 por Fabio Baccaglioni - 12201 - 6 - En Historia

Un día los Italianos se dieron vuelta como una media en la Segunda Guerra Mundial, cualquiera hubiese hecho lo mismo, ya con medio país invadido por los norteamericanos y con Mussolini en la fuga, si había que elegir, mejor que sea con los que parecían obvios ganadores.

Esto no le cayó para nada bien a los Alemanes y tomaron el control de la mitad norte de la península itálica, pero justo antes que esto suceda la marina italiana tuvo su oportunidad de "escaparse" un poco, la idea era salir del puerto de La Spezia y rendir la flota a los norteamericanos pero antes pasar por Cerdeña para dejarle un buque a elección del Rey Victor Emanuel III quien quería armar desde allí un gobierno libre en favor de los aliados.

Allí fueron con tres buques de guerra, tres cruceros y ocho destructores, casi llegando a destino vieron un avión alemán a gran altura que lanzaba una bomba, raro, nadie bombardeaba barcos a semejante altura, ni siquiera los cañones antiaréreos podían alcanzarlo.

No sólo era rara la altitud, lo normal era lanzarlas en un ángulo de 80° en cambio éstos lo hacían a 60° ¿Por qué harían eso?

La bomba lanzada desde un Dornier Do 217 era algo totalmente distinto a lo usado hasta ese día, era la Fritz-X, la primer bomba guiada de la historia que se usaba en combate. Y lo primero que notaron los italianos, muy a su pesar, era que la bomba en vez de simplemente caer maniobraba.

Iba en búsqueda del buque Italia que, como todos, estaba maniobrando como hasta ese momento habían aprendido a hacer para evitar bombarderos. El impacto no fue certero, cayó en el agua pero le dejó incapacitado el timón por un tiempo.

Luego otro avión, misma maniobra, quedándose a baja velocidad encima de los barcos para poder guiar la bomba guiada, algo que también llamó la atención de los italianos. Pero esta vez cayó con puntería sobre el Roma, el magnífico buque Roma, el mejor de la flota italiana, con una superestructura pensada para recibir cualquier tipo de disparo de artillería pero no a la Fritz-X.

La pesada bomba estaba diseñada para atravezar blindajes y explotar luego de pasar de lado a lado a su objetivo, así fue con el Roma cuando le dio a estribor a mitad de barco pasando siete cubiertas y saliendo por la quilla donde explotó.

En un instante las calderas se inundaron, incendios, fuego por todos lados. La velocidad se redujo a 12 nudos y el Roma quedó detrás del resto de la flota que escapaba. Diez minutos después una segunda bomba impactaba de nuevo en estribor.

Esta vez la santabárbara (el depósito de municiones) de proa detonó junto a las calderas delanteras y se empezaron a inundar los depósitos de la torreta N° 2, minutos después explotó también.

Toda la superestructura se destrozó en un instante, quien no había muerto en la explosión se quemaba vivo, de a poco el Roma empezó a girar sobre sí mismo hacia estribor, se partió en dos y se hundió. La Fritz-X se había llevado a 1253 hombres de los 1849 que tenía el buque.



Pero la enorme bomba tenía sus desventajas y todos pudieron notarlo, los 320kg de explosivos y ojiva penetradora de blindaje tenía un sistema simple de radio que operaba sus aletas, de esta forma era guiada, pero no tenía nada parecido a una cámara, el avión guía debía estar siempre cerca para ver cómo apuntarla.

No sólo eso, dicho avión era fácil de interceptar pero la señal de radio también, luego de cuatro hundimientos similares los aliados entendieron cómo era la maniobra que sólo podía ser efectuada en un espacio aéreo favorable para el atacante.



El crucero USS Savannah, el USS Philadelphia, el HMS Uganda y el HMS Warspite quedaron fuera de combate por la Fritz-X aunque lograron llegar a puerto.

Los británicos y americanos lograron capturar una HS 293 que era la versión cohete/pulsorreactor de la Fritz-X y así aprendieron en qué frecuencias trabajaba y cómo bloquearle la señal. Al poco tiempo la bomba se tornó en inusable y los alemanes tuvieron que cambiar la señal pero para esta altura el arma no podía cambiar el curso de la guerra.

A partir de aquí las bombas dejaron de ser el explosivo tonto de caída libre, ahora empezaban a ser más inteligentes, a esquivar, a corregir el rumbo. La guerra cambió completamente.

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